El oriente, amén de punto cardinal o viento, también es el brillo peculiar que disfrutan las perlas. Porque la belleza se nos vela a menudo en lo usual y común, y basta con que nos detengamos a observar el menudeo, los rotos de su frecuencia, y el frote de la mirada conseguirá la perla que lo mínimo esconde. Un travesear el sinsentido el de estos cuentos, sin olvidar que el sinsentido siempre tiene un sentido y muchos más, y que todo juego obedece a una lógica y a un reto.
Los relatos de este libro nos presentan momentos de tensión o incidentes de una vida, a veces cotidianos, pero exponentes vitales de toda una existencia. En ellos la trama, la rapidez, la pausas y agazapada, una cierta emoción que busca al lector como cómplice.